Dos ojos de noche alumbran el absoluto.
En la estela de humo un sonido de alerta
lamento no acabado,
me llevó al túnel intransitable.
El aletear de su cola,
presagiaba la travesía lenta
al cauce del salto entre tapiales.
El juego de corazones comenzó:
sin luz en la cancha de juego
patean la bolita personajes misteriosos,
arcángeles seductores soñadores,
luciérnagas ebrias de vodka,
ogros flamantes de autoridad,
enanos impotentes de cariño,
serpies en manipulación de la esfera,
ninfas resbalando en orgullo,
glotonas valquirias ignorantes,
serafines vírgenes en vida.
Enlodados en el juego de tener flamante presa
que se convierte en ceniza.
Mientras la gata y yo no paramos de girar
por alcanzar nuestra cola, lejos de toda realidad
soplando los residuos calcinados del amor.
El juego finaliza cero a cero: ninguna piel ha caído
por llegar a la portería del corazón.